lunes, 6 de julio de 2009

¿Debemos instaurar un sistema de plazos que permita el aborto libre y consentido a las mujeres durante las primeras doce semanas de gestación? Sí, según mi parecer, pero con matices.

- El aborto es una tragedia, una lacra social que nos muestra las heridas de una sociedad que no ha sabido inculcar una educación sexual segura y saludable a sus jovenes, principalmente. Además, supone una desoladora situación de pesadumbre, incertidumbre y dolor por parte de la mujer que se ve avocada a destino tal, muy probablemente como consecuencia de su irresponsabilidad y de la de su insensato compañero de placeres.

- El aborto, casi siempre, denota imprudencia e inmadurez a la hora de llevar a la práctica los más bajos, y gratificantes, instintos sexuales de nuestra raza de mamiferos a veces pensantes. Es el efecto de un error de base, primario.

Y es un problema, un terrible problema como claro queda para cualquiera que preste mínima atención al supuesto aquí comentado.
Bien, admitido eso, se trata de encontrar salidas, soluciones, correcciones que logren reescribir dentro de la posible, las torcidas líneas de una situación a la que nunca tendría que haberse llegado. Allá van las mías:

1) Ante todo, EDUCACIÓN SEXUAL. En las escuelas, desde la más tierna infancia, sin tabúes religiosos impropios del momento actual, hipócritas y alejados de una sociedad sexual, en la que el erotismo y la incitación al sexo es latente en cada rincón. No entraré a discutir (ese es otro tema) si nos hemos extralimitado o no en sugerir la carne como placer; sólo diré, sucintamente, que si media responsabilidad, consentimiento y madurez, bienvenido sea el sexo, el amor y la libertad que cada cual tenga de sentirlos, según su propia moral, conciencia, instinto, deseo y manera de entender la cama, las relaciones humanas y divinas. Ante todo respeto, al abstencionista, al promiscuo, al célibe, al sadomasoquista, a la lesbiana o al que se va de putas. Libertad.

2) Si no ha tenido efecto la primera de estas premisas, y efectivamente la mujer se ha quedado embarazada, debería existir la posiblidad de hacer uso de la "píldora del día despues". Por supuesto. Aunque el uso de ella, si no se produce por cicunstancias de fuerza mayor y se requiere como motivo de una irresponsabilidad mnifiesta, ya nos indica que la sociedad ha comenzado a errar en el erradicamiento del problema del aborto.

3) Si ya estamos en un estado más avanzado de la gestación, y puesto que, efectivamente, el nasciturus es un ser humano que en unos meses se convertiá en persona si no se dan complicaciones en el emabrazo, en este momento se trata de persuadir, incentivar, instigar a la mujer a que tenga el niño. ¿Cómo?

- Mediante la intervención de las Administraciones Públicas, otorgando ayudas a la mujer que se encuentre en esta situación: beneficios económicos, de atención psicológica si se requiriese, o de cualquier otra índole.

- Proponiendo medidas tales como la adopción del niño recien nacido por parte de cualquier familia que pueda efectivamente mantenerlo con dignidad y en una situación de bienestar y educación razonable.

- Y, por supuesto, a través de la ayuda social y familiar; aunque, como bien es sabido, no todas las familias se merecen portar tal vocablo, ni en todos los sectores sociales se presta el apoyo suficiente a la mujer que se ha quedado embarazada negligentemente.

3) ¿Pero qué pasa si ninguna de las soluciones hasta ahora propuestas tiene éxito? Pues desde mi punto de vista, aceptando la existencia de dos bienes jurídicos de distinta valoración: derechos del nasciturus contra el derecho de la madre a disponer de su propio cuerpo y de su propio destino, así como a su integridad moral y física, realizando una valoración ética y jurídica
de tal difícil situación, llego a la conclusión de que no puede exigírsele a la madre que asuma las consecuencias de su error y el de su pareja, que aun aceptando lo terrible de la situación, el Estado social y democrático de derecho debe hacer primar la libertad de la persona sobre los derechos del nasciturus, pero eso sí, sólo y únicamente cuando se han agotado el resto de vías y de posibles soluciones que la sociedad ofrece a las mujeres que se encuentran en esta situación.

Aceptando, claro está, que en cualquier caso la mujer debe estar plenamente informada, ser consciente de lo que puede suponer cualquier paso que de al respecto y, haciendo uso en último lugar, de su libertad, libre de coacciones y engaños, ya decida seguir con el embarazo, ya decida poner en práctica la tragedia del aborto.

* E incidiendo en un último apartado colateral al tema: ¿deben poder abortar las niñas de 16 años sin el permiso paterno?

No tengo una respuesta clara, es más, abogo por la realización de un profundo debate en el cual se adapte al momento actual el criterio cronológico que sostiene la capacidad de obrar en determinados asuntos: ¿Fumar a los 18, abortar a los 16, conformar un matrimonio a los 14, poseer responsabilidad penal a los 16, esperar a los 18 para hacerse un tatuaje?

Me parece que antes de que el Parlamento diera luz verde a la despenalización del aborto bajo un sistema de aborto libre durante las 12 primeras semanas de gestación, permitiendo a las niñas de 16 años llevar a la práctica este nuevo derecho que parece se les va a otorgar, sería muy conveniente y muy necesario, hacer un esfuerzo de estudio sociológico, jurídico y ético sobre los criterios cronológicos actuales en la España del 2009.

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