sábado, 29 de diciembre de 2007

¿A qué precio?

Hoy me he despertado con ganas de disparar y las únicas balas de las que dispongo son mi razón y libertad. Y mi palabra.
Que cínica realidad la nuestra: Los otrora colegas talibanes que luchaban contra el enemigo soviético ahora son los mayores hijos de puta de este globo terráqueo nuestro. China ofrece inmensas posibilidades económicas; vamos todos a estudiar el mandarín y a trasladar nuestras empresas a suelo asiático que nuestra rentabilidad se verá acrecentada a base de latigazos, ¿derechos humanos? Pffff. Eso sólo se lo reivindicamos a Togo y Papúa – Nueva Guinea, a China… ¡Por Dios qué cosas dices, con las inversiones que tenemos allí! Ese excéntrico “metrosexual a la africana” de Gaddafi siempre ha sido nuestro aliado, lo que pasa es que la bomba que asesinó a su hija adoptiva Jana no la lanzamos nosotros, egocéntricos estadounidenses (tanto como para apropiarnos la denominación de “americanos”) fueron esos cabezones de la película de Mars Attack. Y lo bien que vivimos nosotros, incompetentes mandatarios semi-brujos, semi-idiotas que demonizamos el preservativo mientras nuestro pueblo está inmerso en la podredumbre más inaceptable, aberrante y asquerosa, muriéndose de sida y de inanición mientras nosotros vestimos Armanis, portamos Rolex y nuestras mujeres se modelan la cara en clínicas de la Costa del Sol. Que fácil nos resulta luego culpar a los neocolonizadores occidentales de nuestras desgracias, ¡buah! Si en el fondo provocáis lástima, sois simplemente presa de la ignorancia y la incultura. Al final todos somos un poco víctimas y un poco culpables de todo. Porque el hecho de que ciertos dirigentes de latitudes obviadas para según quién, sean unos completos inútiles no puede servir como coraza protectora, como excusa admisible a decenas de gobiernos y cientos de empresas que venden armas y munición a todo quisqui que vea dispuesto a apretar el gatillo, sin importarnos que cráneo va a ser perforado, joder a mi que cojones me importa, mira como engorda mi cuenta corriente darling. Por poner un ejemplo.
Somos hipócritas, todos, ¿el mundo es una mierda? Pues probablemente, pero estamos viviendo el mejor momento de nuestra ya larga existencia como especie, aunque claro, vaya usted a decirle eso al que se queda parapléjico al caerse del andamio, al nicaragüense que vive pues porque le ha tocado hacerlo; porque la realidad que contempla cada día no es acogedora en modo alguno, al condenado a muerte en Irán por ser homosexual o a la mujer afgana lapidada por adulterio, algo tan común en Europa, el adulterio claro, no la lapidación. Pero vale, que sí, que en términos generales hemos progresado, teniendo algún que otro momento de involución por supuesto, la sociedad avanza, poco a poco nos vamos convirtiendo en humanos, superando la simple condición de homínidos.
Como decía, que cínica realidad la nuestra: derramamos nuestra dosis de lágrimas mensuales al ver en televisión cualquier reportaje sobre etíopes esqueléticos, niños congoleños con sus respectivos cerebros desparramados en torno a ellos, mutilados y con el típico kalashnikov del capullo inerme sobre sus desquebrajadas rodillas, convencidos de que con nuestra flagelación interior ya tenemos comprada una parcelita en el más allá, ¡y ojo! Que por aquellos lares eso de la burbuja inmobiliaria suena a cuento chino, o camboyano, para gustos colores. Pues eso, a lo que iba, que nos da mucha pena y mucho de todo enterarnos de ciertas cosas para después demandar al gobierno de turno que nosotros lo que queremos es tener unos salarios más altos, mejores infraestructuras y bombas de hidrógeno por si acaso, que eso explota que da gusto. ¿Qué de dónde sacan ustedes el dinero? A mi no me importa, yo lo que quiero es tener un Mercedes, tres meses de vacaciones y un apartamento en Torrevieja, que mi país sea una potencia mundial, tener a Sarkozy, ese nuevo playboy, lamiéndome el culo y que el jefazo de la misión que tiene la FINUL en el Líbano sea un español, con dos cojones. A mi no me importa que el petróleo tenga fecha de caducidad, los daños colaterales ni que el GAL mate a unos cuantos terroristas, total son escoria.

Pues eso, para concluir, que somos unos tremendos hipócritas, cínicos y terriblemente egoístas, todos: La derecha española a la que se le seca la boca hablando de la dignidad de las víctimas de la AVT, se la suda los muertos inocentes de la metralla del tío Sam en Irak, la siempre solidaria, respetuosa, culta, democrática y bla, bla, bla izquierda española, apoya regímenes tan democráticos como el cubano mientras critica dictaduras de dispar ideología pero métodos análogos a los utilizados por el colega Fidel, no se si eso es demagogia o ser gilipollas. Del PSOE ni hablo porque si tienen política exterior la difunden poco y estando por allí en medio Don Pepiño Blanco… Vale, no tienen política exterior.
Todos, y por supuesto yo, más que nadie quizás, vivimos (aunque creo que en el fondo no somos conscientes de ello) con una desfachatez, impudicia, cinismo y poca vergüenza descomunal. Pero somos felices y eso es lo que importa. ¿No? ¿Y a qué precio?.

sábado, 22 de diciembre de 2007

Apología de un momento

El amor es un momento, es un fugaz instante de encontrarle significado a la vida. El amor no es demagogia barata, no es decir cuánto te quiero, es sentir cuánto te quiero.
El amor no es generalizable ni universal: cada cual lo comprende de distinta manera y lo anhela, manifiesta su querer de forma espontánea, sin premeditación. No es esquemático, no entiende de fórmulas, sólo de sensaciones.
El amor es egoísta, no es para con el otro, es por y para ti. Si le quieres es a ti en quien repercute ese sentimiento, si le haces feliz, eres tú el satisfecho.
El amor no entiende de personas ni de situaciones: no puede acotarse, supera todos los muros y todas las barreras. Es algo tan grande, tan bonito (o tan despreciable) que puede ocurrirte en cualquier momento; cuando lo buscas o cuando no quieres encontrarlo y te chocas contra él.
El amor es psicológico, mental no físico. Supera al instinto, al deseo, lo que lo convierte en peligroso o en algo sublime, depende.
El amor es obsesivo, perdurable pero no infinito. Es renovable pero costoso; tiende a convertirse en hábito, a decaer. ¿Seguro? Estamos hablando entonces… ¿de amor? De convivencia, tal vez.
El amor son preguntas, es preguntarte el porqué, el cómo puede ser. Es sorpresa, es precioso, es patrimonio de todos, es felicidad.

No se lo que es amor, no se explicarlo, sólo se sentirlo. Todo lo escrito es inútil para ti, no es paradigmático ni aplicable a otro. Es mi visión del amor, hoy, ayer tuve otra y quizás mañana varíe de nuevo. Y es que, al fin y al cabo, es sólo una sensación. Y éstas, cambian.

Libérate del miedo

Cadenas opresoras, garrote de inexorable e impoluto desdén, guillotina que fulmina, desenlace indeseado. Días oscuros; antes enhiestos arbustos derrumbados por el desaire, por la inquietante desgana de un viento intangible, impresentable.

El miedo mata, consume, lo es todo y no es nada, te impregna, desgarra, ignora a la compasión, lapidada. Cancerígeno perseguidor tras tus pasos anda, colaborador, cómplice taimado de la desgracia; traspasamos ya los frondosos bosques que maternal protección emanan, ahora nauseabundos y acorralados hacia atrás miramos, con reservas, con temor, esperando la derrota, la inquina desautorización del pasajero indeseado, del invitado rechazado.

Complicado trabalenguas, acertijo sin respuesta: ¿dónde yacen los olvidados, los otrora valientes y ahora denegados?, cruzaron fronteras, de coaccionado destierro a abierto sucio llanto se vieron desplazados; los sufridos, los queridos, todos los que perdieron el tren se vieron abnegados de ilusión, huérfanos de complicidad y carentes de cariño.
En otra dimensión totalmente opuesta, en una esfera del conflicto no ambicionada, impuesta, decenas de piernas huyen, ¿de quién? Sólo ellos lo saben. Terrorífico ente ensombrecido o… ¿tal vez inexistente antagonista? Nada ahí seguro, únicamente lo aclarado, lo ya intuido de antemano: sonidos a la espalda, desconocido indeseado, tabú infeliz contraindicado, sólo ellos lo saben: el miedo mata.

Como corregir el desorden, como coser lo mal hilvanado, como solucionar los problemas sociales, los actuales y los venideros, como crear justicia y ser ecuánimes, como vamos a salvarnos si ya estamos condenados: de pies y manos atados, con la lengua cortada y los ojos vendados, no hay lugar para la denuncia, el desacato, la protesta, estamos aniquilados, como ya dije de pies y manos atados, con la lengua cortada y los ojos cerrados, la libertad de luto; el miedo orinó sobre su tumba, el orden perdió todo su significado: sin libertad para que queremos sentirnos seguros, ya estaríamos enterrados, pero sin seguridad el pavor contraatacaría, enfilaría su corcel guerrero, temido, hacia nosotros, tras lo cual desenvainaría su espada, mortal estocada dejaría tras de sí, lastre infinito, la paz…

viernes, 21 de diciembre de 2007

El placer de hablar.

Embutidos, acorralados como presas; mover el codo ligeramente en sutil balanceo puede provocar el impacto con aquellos que circundan tu ya exiguo, sino inexistente, espacio vital. Inmersos en el caos orgásmisco que conforma la unión de luces de neón, nubes de humo de dudosa procedencia, atronador sonido cargado de decibelios, esculturales cuerpos carne de tarima y vasos de cristal cargados de no se sabe muy bien qué, un gentío nada desdeñable de cuerpos en movimiento ve morir la noche un día tras otro, semana tras semana. Disfrutamos observando siluetas contoneándose, auscultando con la mirada aquel objetivo, aquel cuerpo que hemos puesto en nuestro punto de mira, dispuestos a disparar toda la munición de la que dispongamos en el momento del contacto visual. Entramos en contacto, rozamos, volvemos a rozar; ya sin disimulo ni simulación alguna, para que fingir, vamos a lo que vamos, sin rodeos ni artificios.
Y oye, no me parece una maquinación, un plan nada desdeñable: claro, conciso, esquemático y casi sin sorpresas. Quieres, quiero, queremos. Ale, pues tres, dos, uno y acción. Es una opción.
Pero hay otras, métodos ancestrales que estamos defenestrando con manifiesta alevosía, sin resquemor. Diversos son los caminos, varias son las vías para acceder al Olimpo sagrado de la cama y, todavía más importante, al frágil punto de común entendimiento, de silenciosa complicidad, de amor soñoliento y descarnado, de inexorables vínculos inquebrantables entre ella, o él, y tu.
Hablar; compartir sueños, esperanzas, expectativas. Discutir, enfrentarse a tu benefactor de sublimes momentos de taimada felicidad, de honesta y sincera sonrisa, entablar batalla con él, a sabiendas que en estas guerras nadie sale derrotado, nadie muerde el polvo. Disfrutar con las palabras, o a pesar de ellas como dice un tal Borges, conscientes de que la noche es larga, y si acaso se quedara corta, no importa, con sol radiante o nubloso panorama siempre quedará una u otra cafetería, cualquier bareto de esquina. Conversando aprendes, de ti mismo y de tu (o tus) acompañantes, accedes a panorámicas novedosas, creces, entrenas el intelecto, la retórica, lo explícito y lo oculto. Pero más importante que todo eso: disfrutas, el reloj se bloquea, sus engranajes se oxidan y pierede todo su significado, ya no puede mantenerse en funcionamiento, sólo tu, solo él, solo ella, ellos, ellas, nosotros, podemos impregnarlo nuevamente con su alma maldita, secuestrada, si queremos claro.
Cualquier persona es válida; todos y cada uno conocemos algo que alguien desconoce y quisiera saber, con cualquiera puedes mantener interesantes disputas y coloquios, yo, disfruto de todo tipo de habladurías, conversaciones, parlamentos, pero destaco uno por encima del resto: nada es comparabale a intercambiar opiniones y deseos con ella, con aquella mujer inteligente que quizás cada semana, cada mes, porte distinto nombre, mas idéntico sentimiento; diferente en apariencia, simplemente.
Una vez testado, probado, ambos métodos de acabar en la cama; que tampoco es condición indispensable pero si dotada de excelencia, el del "perreo", de la carne porque sí, sin currárselo y el de la seducción por convicción, por voluntad doblegada en ambos bandos de la contienda, por unión de temperamentos, pasiones y debilidades, no me queda duda alguna de cual sale vencedor en mi particular rincón de entender la vida: el placer del hablar, el triunfo del conversar.
Lo conseguido sin dificultad, lo fácil, se vuelve superfluo, olvidable, corrompido tras el paso del tiempo. Aquello que requiere un proceso, un método, se disfruta doblemente: primero adviene el placer que sientes mientras interactúas con tu acompañante y cuando todo ha pasado el recuerdo de aquello te provoca una sonrisa, tan cómplice como cuando estabas con ella (o él) y el tiempo y el espacio eran meras ilusiones.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Pandilla basura

Podría ser benévolo, acatar la tan manida ley de la oferta y la demanda y aceptar que estamos inmersos en un gran mercado en el que el vendedor se limita a ofrecer al comprador aquel producto que este ansía obtener. El beneficio es lo importante, la legalidad es sólo una referencia, sin más. Pues bien, extrapolando esta máxima macro y microeconómica al ámbito de lo televisivo me referiré a esa fábrica productora de soberbia estupidez que representan los programas de "crónica rosa", concepto que metalingüísticamente puede y lleva a engaño y que sirve de envolvente a producciones de escaso interés en mi opinión. Podría entender que en el fondo el pueblo soberano adora, necesita y se excita con estos programas, que no podemos vivir nuestra propia vida sin interesarnos pos las andanzas de gente a la que no conocemos, tipos que voluntaria o involuntariamente copan la parrilla televisiva; no importa ya si están defecando o si no quieren ser sometidos a la tortura de ese gran hermano orwelliano del que se vanaglorian algunos. Todo vale. Pero este argumento no me sirve como excusa justificable para tener que aguantar esta puta mierda, me explico: parte del pueblo soberano también demanda sustancias consideradas nocivas para la salud pública, drogas como la marihuana o la farlopa son excluidas del mercado legal (mientras otras, depravadoras en modo parecido de la salud son asimiladas al mercado por motivos económicos principalmente, pero ese es otro tema), los efectos negativos que producen sobre el cuerpo y sobre el psique son en este caso el motivo esgrimible para calificarlas de ilegales y apartarlas del mercado. No quiero decir con esto que los programas televisos que aborden contenidos de temática "social"deban ser ilegalizados, los autoritarismos censuradores provocan urticaria aguda, tanta como oír hablar media hora seguida a Jorje Javier Vázquez, que puede ser una caritativa y piadosa persona en la intimidad, no lo dudo, pero cuando salta al ruedo de fieras carroñeras del marujeo "made in Spain" provoca sarpullidos, asquerosos sarpullidos. Que sirva este alegre muchahote como paradigma y representante de todos aquellos que se dedican a actividades similares, carroñeros que rebuscan entre la basura del famosillo de la semana, literalmente. Parece momento adecuado para analizar a mis dos especies favoritas de estos nuevos payasos de la tele (con todo mi respeto para las actividades circenses, va en serio): La primera es la de los "periodistitas" del corazón, y sí, aquí el sufijo diminutivo actúa despectivamente, digo "periodistitias" porque me niego en rotundo a calificarlos como profesionales de la información, por una simple y llana razón, para mí, lo que hacen, ni es informar en muchos casos, ni lo considero información, puede que sean los mejores en lo suyo, unos enormes profesionales; expertos en bazofia, basura sin interés alguno (con todo mi respeto para los basureros, va en serio de nuevo), y es que, Jack el Destripador era el más cualificado de los psicópatas del eternamente nócturno y nubloso Londres decimonómico de Disraeli, Bin Laden, si tal premio existiese, ya habría sido galardonado con unos quince "bushitos" de la academia hollywoodense al mejor territorista del mundo, en pugilato con esos heroicos jóvenes luchadores por la patria vasca, que disparan por la espalda a guardias civiles desarmados y que muchos se resisten a llamarlos por sus verdaderos nombres. Pues eso.
La segunda especie que cabe analizar la conforman ciertas fieras ibéricas que campan entre gritos, exhabruptos y ladridos por las llanuras televisivas de este país, deambulando de plató en plató. En el fondo no hacen más que buscarse la vida, comportándose como mercenarios de lo soez, anecdótico e improcedente; unos asaltan sucursales bancarias del BBVA, otros se matan a trabajar de sol a sol, ellos hacen público miserias varias, inventadas o no, qué mas da. Cierto es, y de justicia es nombrarlo, que últimamente está surgiendo una decente e inteligente, ¡por fin!, tendencia a la progresiva eliminación de su insana presencia en la pantalla televisiva, motivada entre otras factores por la voraz crítica realizada por programas tipo Se lo que hicisteis, en ocasiones crueles y tramposos pero efectivos y necesarios.

Hay que aprender a diferenciar entre la esfera pública y lo concerniente a la vida íntima, a lo privado. Inviolable, o debería serlo. Entra dentro de la más elemental lógica interesarse por Carla Bruni o informarse acerca de la separación de la hija de Juan Carlos con Marichalar. Vale. Pero una cosa es informarse, lo más objetivamente posible, sobre acontecimientos que pueden tener una cierta relevancia social y otra bien distinta establecer eternos debates con inútiles y desafortunadas mentes adheridas de casualidad y mala manera a unos cuerpos errantes de "maruja". Y lo que no puede aceptarse bajo ningún concepto es la intromisión, persecución y acoso que llevan a cabo muchas de estas fieras.

Teniendo en cuenta que somos seres curiosos por naturaleza y medio respetando el que algunos guien esa curiosidad innata hacia tétricos extremos del orden social, podría ser benévolo, podría, pero no me da la gana de serlo: Para un país que utiliza los libros como matamoscas, que es considerado el rincón paleto de Europa y que no conoce el cine de Kubrick, las historias de Pérez Galdos o la música de Bruce Springsteen, pero al que le flipa el tunning, llevar la riñonera con la americana y conocerse la biografía completa de Paquirrín, lo que menos le beneficia es aborregarse aun más de lo que ya está (con respeto para las borregas, así como para el oficio de pastor) anquilosándose en el sillón preparado para sus tres o cuatro horas de mierda diaría frente a la pantalla.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Desde un rincón

Desde un rincón te escribo; desde un rincón pretendidamente crítico y subjetivo, reclamando el derecho a equivocarme, a cagarla una y mil veces, las que hagan falta. Me ponen tanto las críticas como las caricias, no pretendo tener la razón ni convertirme en heraldo de la verdad, de lo justo y lo correcto.
Desconozco mucho más de lo que conozco, no se tanto como me gustaría, sigo empeñado en aprender un poco cada día, en formarme alguna vez una opinión definitiva, inmutable, sobre algo o sobre alguien, pero hasta que eso ocurra, prometo cambiar de opinión si alguien es capaz de convencerme de que estoy equivocado, confundido. Evoluciono constantemente, creo que todos lo hacemos, la vida es un pedregoso sendero en el que con cada escollo que logramos esquivar aprendemos algo nuevo, crecemos. A esto es a lo que me refiero cuando digo que quiero seguir formándome, en todos los ámbitos de la existencia, de la preciosa puta vida, como dicen algunos. Ahora mismo me encuentro en un momento crucial, en uno de esos que te preguntas: ¿Quién soy y quién quiero ser?
Desde éste, mi pequeño rincón particular, te digo que ahora mismo no tengo tiempo para morirme: me quedan demasiados libros que leer, demasiados viajes que realizar, demasiados besos que dar, demasiadas cosas que experimentar.
Para mí, escribir es sinónimo de libertad, es la llave que abre los grilletes que retienen a nuestras opiniones, emociones y sentimientos. Quizás no te interese lo que te cuento, lógico y normal; pero la verdad, no por ello voy a dejar de escribir, en ocasiones es un vehículo más apropiado que el impuesto por la tiranía de la comunicación verbal. Y además, publicaré lo que escriba, para que me rebatas si quieres, para mostrarte a favor de mis tesis si lo ves apropiado.
Atentamente te diré que comienzo este blog con ganas de dar por culo, de ser políticamente incorrecto y de críticar, a menudo con humor, aquello que me parezca digno de ser criticable e igualmente elogiar aquello que me parezca digno de ser elogiable.

A tí, que no te conozco, que no se quien eres, gracias por regalarme un trozo de tu tiempo.