miércoles, 19 de diciembre de 2007

Pandilla basura

Podría ser benévolo, acatar la tan manida ley de la oferta y la demanda y aceptar que estamos inmersos en un gran mercado en el que el vendedor se limita a ofrecer al comprador aquel producto que este ansía obtener. El beneficio es lo importante, la legalidad es sólo una referencia, sin más. Pues bien, extrapolando esta máxima macro y microeconómica al ámbito de lo televisivo me referiré a esa fábrica productora de soberbia estupidez que representan los programas de "crónica rosa", concepto que metalingüísticamente puede y lleva a engaño y que sirve de envolvente a producciones de escaso interés en mi opinión. Podría entender que en el fondo el pueblo soberano adora, necesita y se excita con estos programas, que no podemos vivir nuestra propia vida sin interesarnos pos las andanzas de gente a la que no conocemos, tipos que voluntaria o involuntariamente copan la parrilla televisiva; no importa ya si están defecando o si no quieren ser sometidos a la tortura de ese gran hermano orwelliano del que se vanaglorian algunos. Todo vale. Pero este argumento no me sirve como excusa justificable para tener que aguantar esta puta mierda, me explico: parte del pueblo soberano también demanda sustancias consideradas nocivas para la salud pública, drogas como la marihuana o la farlopa son excluidas del mercado legal (mientras otras, depravadoras en modo parecido de la salud son asimiladas al mercado por motivos económicos principalmente, pero ese es otro tema), los efectos negativos que producen sobre el cuerpo y sobre el psique son en este caso el motivo esgrimible para calificarlas de ilegales y apartarlas del mercado. No quiero decir con esto que los programas televisos que aborden contenidos de temática "social"deban ser ilegalizados, los autoritarismos censuradores provocan urticaria aguda, tanta como oír hablar media hora seguida a Jorje Javier Vázquez, que puede ser una caritativa y piadosa persona en la intimidad, no lo dudo, pero cuando salta al ruedo de fieras carroñeras del marujeo "made in Spain" provoca sarpullidos, asquerosos sarpullidos. Que sirva este alegre muchahote como paradigma y representante de todos aquellos que se dedican a actividades similares, carroñeros que rebuscan entre la basura del famosillo de la semana, literalmente. Parece momento adecuado para analizar a mis dos especies favoritas de estos nuevos payasos de la tele (con todo mi respeto para las actividades circenses, va en serio): La primera es la de los "periodistitas" del corazón, y sí, aquí el sufijo diminutivo actúa despectivamente, digo "periodistitias" porque me niego en rotundo a calificarlos como profesionales de la información, por una simple y llana razón, para mí, lo que hacen, ni es informar en muchos casos, ni lo considero información, puede que sean los mejores en lo suyo, unos enormes profesionales; expertos en bazofia, basura sin interés alguno (con todo mi respeto para los basureros, va en serio de nuevo), y es que, Jack el Destripador era el más cualificado de los psicópatas del eternamente nócturno y nubloso Londres decimonómico de Disraeli, Bin Laden, si tal premio existiese, ya habría sido galardonado con unos quince "bushitos" de la academia hollywoodense al mejor territorista del mundo, en pugilato con esos heroicos jóvenes luchadores por la patria vasca, que disparan por la espalda a guardias civiles desarmados y que muchos se resisten a llamarlos por sus verdaderos nombres. Pues eso.
La segunda especie que cabe analizar la conforman ciertas fieras ibéricas que campan entre gritos, exhabruptos y ladridos por las llanuras televisivas de este país, deambulando de plató en plató. En el fondo no hacen más que buscarse la vida, comportándose como mercenarios de lo soez, anecdótico e improcedente; unos asaltan sucursales bancarias del BBVA, otros se matan a trabajar de sol a sol, ellos hacen público miserias varias, inventadas o no, qué mas da. Cierto es, y de justicia es nombrarlo, que últimamente está surgiendo una decente e inteligente, ¡por fin!, tendencia a la progresiva eliminación de su insana presencia en la pantalla televisiva, motivada entre otras factores por la voraz crítica realizada por programas tipo Se lo que hicisteis, en ocasiones crueles y tramposos pero efectivos y necesarios.

Hay que aprender a diferenciar entre la esfera pública y lo concerniente a la vida íntima, a lo privado. Inviolable, o debería serlo. Entra dentro de la más elemental lógica interesarse por Carla Bruni o informarse acerca de la separación de la hija de Juan Carlos con Marichalar. Vale. Pero una cosa es informarse, lo más objetivamente posible, sobre acontecimientos que pueden tener una cierta relevancia social y otra bien distinta establecer eternos debates con inútiles y desafortunadas mentes adheridas de casualidad y mala manera a unos cuerpos errantes de "maruja". Y lo que no puede aceptarse bajo ningún concepto es la intromisión, persecución y acoso que llevan a cabo muchas de estas fieras.

Teniendo en cuenta que somos seres curiosos por naturaleza y medio respetando el que algunos guien esa curiosidad innata hacia tétricos extremos del orden social, podría ser benévolo, podría, pero no me da la gana de serlo: Para un país que utiliza los libros como matamoscas, que es considerado el rincón paleto de Europa y que no conoce el cine de Kubrick, las historias de Pérez Galdos o la música de Bruce Springsteen, pero al que le flipa el tunning, llevar la riñonera con la americana y conocerse la biografía completa de Paquirrín, lo que menos le beneficia es aborregarse aun más de lo que ya está (con respeto para las borregas, así como para el oficio de pastor) anquilosándose en el sillón preparado para sus tres o cuatro horas de mierda diaría frente a la pantalla.

1 comentario:

Isabel dijo...

Creo que te dije una vez que tengo un problema.
Problema, así visto por la sociedad. Pues si no eres un "borrego", eres un mezquino marginado. Mi problema es el asco televisivo, es más, he llegado al extremo de darme asco hasta los si INFORMATIVOS, comunmente llamados "las noticias".
La información cada dia es más cutre, oscena, sin ninguna veracidad, incluso podría añadir que es DAÑINA humanamente hablando.

Ya no hace falta estudiar periodismo, sólo ir a el ESTUPENDO programa "Gran Hermano (añado, o Hermana", o entrar al Hotel ¿Glam?, o a cualquier programa-de mierda-. Tras salir de ellos, te diriges plato por plato para contar TU MISERABLE, aunque "interesante" vida, y de esa manera demostrar que eres UN DON NADIE, que sirves PARA AUMENTAR LA AUDIENCIA (que audiencia...) y de esa manera CONTRATARTE, como EL ESTUPENDO PRESENTADOR.

....Y ahora, me iré a buscar a Paquirri, llamaré a las cámaras, le daré un simple beso en las mejillas...y QUE CORRAAA LA "información".