Hoy me he despertado con ganas de disparar y las únicas balas de las que dispongo son mi razón y libertad. Y mi palabra.
Que cínica realidad la nuestra: Los otrora colegas talibanes que luchaban contra el enemigo soviético ahora son los mayores hijos de puta de este globo terráqueo nuestro. China ofrece inmensas posibilidades económicas; vamos todos a estudiar el mandarín y a trasladar nuestras empresas a suelo asiático que nuestra rentabilidad se verá acrecentada a base de latigazos, ¿derechos humanos? Pffff. Eso sólo se lo reivindicamos a Togo y Papúa – Nueva Guinea, a China… ¡Por Dios qué cosas dices, con las inversiones que tenemos allí! Ese excéntrico “metrosexual a la africana” de Gaddafi siempre ha sido nuestro aliado, lo que pasa es que la bomba que asesinó a su hija adoptiva Jana no la lanzamos nosotros, egocéntricos estadounidenses (tanto como para apropiarnos la denominación de “americanos”) fueron esos cabezones de la película de Mars Attack. Y lo bien que vivimos nosotros, incompetentes mandatarios semi-brujos, semi-idiotas que demonizamos el preservativo mientras nuestro pueblo está inmerso en la podredumbre más inaceptable, aberrante y asquerosa, muriéndose de sida y de inanición mientras nosotros vestimos Armanis, portamos Rolex y nuestras mujeres se modelan la cara en clínicas de la Costa del Sol. Que fácil nos resulta luego culpar a los neocolonizadores occidentales de nuestras desgracias, ¡buah! Si en el fondo provocáis lástima, sois simplemente presa de la ignorancia y la incultura. Al final todos somos un poco víctimas y un poco culpables de todo. Porque el hecho de que ciertos dirigentes de latitudes obviadas para según quién, sean unos completos inútiles no puede servir como coraza protectora, como excusa admisible a decenas de gobiernos y cientos de empresas que venden armas y munición a todo quisqui que vea dispuesto a apretar el gatillo, sin importarnos que cráneo va a ser perforado, joder a mi que cojones me importa, mira como engorda mi cuenta corriente darling. Por poner un ejemplo.
Somos hipócritas, todos, ¿el mundo es una mierda? Pues probablemente, pero estamos viviendo el mejor momento de nuestra ya larga existencia como especie, aunque claro, vaya usted a decirle eso al que se queda parapléjico al caerse del andamio, al nicaragüense que vive pues porque le ha tocado hacerlo; porque la realidad que contempla cada día no es acogedora en modo alguno, al condenado a muerte en Irán por ser homosexual o a la mujer afgana lapidada por adulterio, algo tan común en Europa, el adulterio claro, no la lapidación. Pero vale, que sí, que en términos generales hemos progresado, teniendo algún que otro momento de involución por supuesto, la sociedad avanza, poco a poco nos vamos convirtiendo en humanos, superando la simple condición de homínidos.
Como decía, que cínica realidad la nuestra: derramamos nuestra dosis de lágrimas mensuales al ver en televisión cualquier reportaje sobre etíopes esqueléticos, niños congoleños con sus respectivos cerebros desparramados en torno a ellos, mutilados y con el típico kalashnikov del capullo inerme sobre sus desquebrajadas rodillas, convencidos de que con nuestra flagelación interior ya tenemos comprada una parcelita en el más allá, ¡y ojo! Que por aquellos lares eso de la burbuja inmobiliaria suena a cuento chino, o camboyano, para gustos colores. Pues eso, a lo que iba, que nos da mucha pena y mucho de todo enterarnos de ciertas cosas para después demandar al gobierno de turno que nosotros lo que queremos es tener unos salarios más altos, mejores infraestructuras y bombas de hidrógeno por si acaso, que eso explota que da gusto. ¿Qué de dónde sacan ustedes el dinero? A mi no me importa, yo lo que quiero es tener un Mercedes, tres meses de vacaciones y un apartamento en Torrevieja, que mi país sea una potencia mundial, tener a Sarkozy, ese nuevo playboy, lamiéndome el culo y que el jefazo de la misión que tiene la FINUL en el Líbano sea un español, con dos cojones. A mi no me importa que el petróleo tenga fecha de caducidad, los daños colaterales ni que el GAL mate a unos cuantos terroristas, total son escoria.
Pues eso, para concluir, que somos unos tremendos hipócritas, cínicos y terriblemente egoístas, todos: La derecha española a la que se le seca la boca hablando de la dignidad de las víctimas de la AVT, se la suda los muertos inocentes de la metralla del tío Sam en Irak, la siempre solidaria, respetuosa, culta, democrática y bla, bla, bla izquierda española, apoya regímenes tan democráticos como el cubano mientras critica dictaduras de dispar ideología pero métodos análogos a los utilizados por el colega Fidel, no se si eso es demagogia o ser gilipollas. Del PSOE ni hablo porque si tienen política exterior la difunden poco y estando por allí en medio Don Pepiño Blanco… Vale, no tienen política exterior.
Todos, y por supuesto yo, más que nadie quizás, vivimos (aunque creo que en el fondo no somos conscientes de ello) con una desfachatez, impudicia, cinismo y poca vergüenza descomunal. Pero somos felices y eso es lo que importa. ¿No? ¿Y a qué precio?.
sábado, 29 de diciembre de 2007
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3 comentarios:
Buen artículo el tuyo. Has expuesto bastante claro la realidad de hoy en día.
Así vivimos, trabajando o buscando un futuro que nos dé de comer y no cualquier comida, un status económico algo más que estable, una vida tranquila y acomodada con hijos guapos y perfectos, y en ratos libres, aprovechando al máximo todos los jugos del mundo capitalizado. Y siempre pensando en un cerrado yo y en un colectivo muy concreto (familia y algo más). ¿El resto? Cada uno a lo suyo. Como tú bien dices, cada uno es feliz o está en ello, el resto le pueden ir dando. La diferencia está en que a unos les interesa o se consciencian más la realidad que a otros. Pero egoistas e hipócritas lo somos todos, cada uno a su medida.
Un saludo. Si vas a mi viejo e inutilizado blog sabrás quién soy. ¡Feliz año nuevo!
Un saludo.
Me sorprende.
"...poco a poco nos vamos convirtiendo en humanos, superando la simple condición de homínidos."
Si dices eso, y a la vez dices todo lo demás sobre lo que hace o dejar de hacer la especie... Es de suponer que una cosa tiene que ver con la otra, así que, si es así, yo quiero quedarme homínido, la verdad.
En cierto modo todos somos cómplices del silencio. El mismo silencio que nos impide buscar nada más allá de lo puramente material, o al menos en la mayoría de los casos.
Y como tú dices, ¿cómo se lo decimos al que se queda parapléjico tras caer del andamio?
Pues avergonzados de nosotros mismos.
Un saludo
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